domingo, 13 de septiembre de 2015

Las Ocho Maravillas de Anthara: La Ciudad al Revés.

Una vez más volvemos a hablar de esos espacios tan maravillosos y extraños incluso para un mundo de fantasía como es Anthara, en el que tantas cosas son posibles.

Permitidme recordaros que hemos aludido en entregas anteriores al Árbol Dorado de Megara, el Templo del Saber y la Espada de Lundstrom. De las ocho vamos, con esta, por la mitad de la serie de artículos temáticos. 

La Ciudad al Revés es el nombre con el que es más conocida Thorbadin, la capital del Reino de Moradin y sede central de la mayor y única monarquía enana conocida en todo el mundo. Ubicada en una isla situada en la zona norte de los Reinos del Sur, esta masa de tierra no cuenta con llano alguno y es un conjunto de montañas prácticamente infranqueables para cualquier ejército que quisiera proceder a su invasión, debido a lo escarpados y duras de estas. Las sendas que conducen a esta construcción son estrechas y están rodeadas de profundos riscos, haciendo de este lugar uno de los pocos que nunca han intentado ser apropiados por reinos enemigos. Los enanos, así, llevan viviendo siglos y siglos en paz, dedicándose a sus menesteres.


Vista aérea de la entrada superior a Thorbadin

Los cronistas e historiadores aluden siempre al mismo debate cuando se habla de Thorbadin. ¿Fue creada por los enanos o existía antes? Las leyendas hablan, como no podía ser de otra manera, de que esta fue el lugar donde nacieron los primeros seres de esta raza, creados por la deidad Moradin, quién hizo para ellos su hogar. Los enanos son personas profundamente creyentes, y no habrá alguno que niegue lo contrario, aunque es bien cierto que han tallado la piedra durante siglos para adecuar dicho espacio.

Decíamos que la entrada a la ciudad se hace desde la superficie, concretamente desde un punto elevado en la montaña, sin ser el máximo de la misma. Es la única entrada conocida, y se guarda celosamente el paso a los extranjeros. Aunque se sabe de otros espacios que conducen a la misma, el entramado de túneles de su interior es demasiado vasto. Las puertas se abren todos los días en un horario determinado y la carretera de acceso está celosamente custodiada por los soldados más poderosos del reino, al servicio de su monarca y de su ciudad.


La entrada a Thorbadin, también conocida como Ironforge. La puerta fue sustituida hace poco más de un siglo.

Este magno acceso no lleva directamente a la ciudad, sino a una gran galería recta y descendente que da apertura, tras unas cuatro millas caminando entre antorchas siempre encendidas en una amplitud enorme, a un gran hueco en la montaña cuyos límites no se ven, ni abajo ni a ambos lados. Este espacio es intangible, y crea una sensación de encontrarse en un sitio con cáscara del que no tiene en su interior contenido alguno. En toda esa negrura solo resplandece una sola estalactita gargantuesca, del tamaño de una ciudad como Palanthas de ancho, que surge del techo de la caverna y señala hacia la negrura infinita. Es preciso recalcar que antes hubo de ser eso mismo, pero ahora la estalactita ha pasado a ser una auténtica ciudad, con miles de puntos de luz en los que resaltan avenidas, casas que parecen suspenderse en el aire y construcciones de mampostería realzando anaqueles y figuras por doquier. 

La imagen de Thorbadin nunca se olvida. Su acceso se hace siguiendo la pared durante aproximadamente dos millas en una galería que da solo cuenta con una pared, con balconadas y estatuas de personajes ilustres de la ciudad, siendo un paseo inolvidable. Al llegar a la gran urbe, unas nuevas e impenetrables murallas dan la bienvenida a extranjeros y no. La ciudad está tallada directamente en la roca y realza cada una de sus paredes, pues, por si fuese poco, no existe otra igual en toda la caverna. El resto son estalactitas al nivel habitual, aunque muchos aseguran que en esa negrura asoman nuevos vestigios idénticos.

Sea como fuere, el territorio mismo de la ciudad y la montaña se consideran sagrados, y es prácticamente imposible una exploración de esa negrura infinita en la que, según se cuenta, habitan seres dormidos tan poderosos como los dioses y fuerzas malévolas que ansían destruir toda la raza enana, pero que han sido encerrados por Moradin, siéndole encomendado a los enanos su protección. Todo por salvaguardar a su raza.

Si algo hay que destacar a modo de conclusión, es que esta construcción, Thorbadin o La Ciudad al Revés, queda grabada en la retina de quién la contempla, por lo maravilloso de su forma y lo inusitadamente único de sus características. Muchos viajeros ahorran simplemente para contemplarla, pasear por sus calles y deleitarse con su decoración y gastronomías. Todo un espacio en el que se combina el delicado arte de los enanos para tallar la piedra y lo divino de su presencia en la imposibilidad de que incluso estos lograsen hacer algo así.