domingo, 19 de enero de 2014

Las Ocho Maravillas de Anthara: Megara, el Árbol Dorado.

Buenas, viajeros de Anthara. Tras un tiempo ausente, vuelvo a traeros un tema recurrente y ameno para que sigáis conociendo un poco de este maravilloso mundo. Con el nombre que recibe el título he querido ilustrar ocho de los más impresionantes lugares que atesora el mismo. Naturalmente, no son los únicos, pues no son pocos los secretos y maravillas que no han sido descubiertos o a los que no se ha dado la importancia correspondiente. Pero eso también pasa en nuestro mundo: sea o no la Alhambra una del listado, todos sabemos que es un lugar francamente único. Aquí pasa lo mismo: no son todos los que están, pero si están todos los que son. Vamos a ello.

Megara es el corazón de la raza élfica. La tradición habla de este lugar como el primer Ser Vivo que fue creado en Anthara, de la mano del dios Corellon Larethian, Padre de los Elfos. Sea o no cierto, nadie puede negar la auténtica y soberana belleza que entraña este árbol que se alza por encima del bosque que recibe el mismo nombre, un gran roble de proporciones incalculables en los que se asienta la residencia del Orador de los Soles, soberano entre elfos del Reino de Sul-Loen, antes de Lerin-Athor (para más conocimiento sobre estas tierras, podéis repasaros la Geografía de este lugar).


Símbolo de Megara

Efectivamente, Megara es un gran árbol. Grande es poco en comparación con su majestuosidad, su sentimiento de vida. En las enormes ramas y en su ancho tronco innumerables pasillos y salones se han dispuesto a lo largo de los siglos con el afán de ser hogar de los elfos. La viveza del árbol es innegable: su color dorado es único, y el sentimiento que afloran sus grandes hojas, lo suave de su movimiento, indican con toda claridad que su sentimiento es latente y activo. No habla con palabras, pero no existe elfo y ser de otra raza que no haya derramado una lágrima o roto en un murmullo al contemplar ante él tamaña figura.

En lo más profundo del árbol se encuentra el Palacio de la Hoja, donde se aloja la Familia Real de la monarquía. En su interior, tras recovecos y pasillos varios, yace la Semilla de la Vida, un lugar al que el Orador de los Soles antes y ahora Garra del León marchan con intención de consultar cualquier decisión a Megara, que responde con imágenes, nunca con palabras. En las raíces se hunde el Agua de la Vida, un estanque que, relatan, purifican de cualquier tipo de enfermedad o maldición arcana o divina. Encima de ambos, el Trono de Megara recibe inmutable a los reyes elfos que, generación tras generación, han dictado el destino de toda la raza.

Acceder no es fácil; no es un lugar al que cualquier viajero pueda entrar. Como se ha comentado, es la residencia de los reyes, y está protegido por una turbosa masa forestal en la que los Guardianes de Megara, soldados preparados para proteger al enorme árbol, defienden con gran presteza cualquier intrusión. Aun despistando a estos, los árboles que rodean a la imponente Megara están inundados de un cántico poderoso, que anula la percepción de cualquier visitante, deseado o no, que no sea elfo, y lo inunda de las poderosas emociones del árbol, que para muchos significa no solo alucinaciones, sino también la locura en sí misma. Por ello, los visitantes suelen ser tapados con densas vendas, tanto ojos como orejas, para que no puedan acceder a este terrible poder. Solo sienten un cántico en lo más profundo de su corazón, las palabras de este impresionante prodigio de la Naturaleza.


Una bonita estampa de los alrededores del Árbol Dorado. Al fondo, los Guardianes de Megara.

Por último, es preciso comentar que, una vez fallecido el monarca del Reino en esos momentos, el aspirante debe someterse a la prueba de Megara. Para ello, en una ceremonia pública, el monarca es sometido ante el tronco principal del gran árbol al “Abrazo” (Ekessía). Si las hojas del mismo comienzan a caer, se ha aceptado al nuevo monarca. Durante toda la vida de este, nuevos brotes comenzarán a surgir en el mismo. Es un momento de gran solemnidad, solo abierto a los propios elfos, una ceremonia atemporal llena de significado. Como se ve, monarquía y poder son símbolos inexpugnables de Megara.