sábado, 8 de febrero de 2014

Las Ocho Maravillas de Anthara: El Templo del Saber

Seguimos con la serie de artículos dedicados a las "Ocho Maravillas de Anthara". Como ya comenté, son esto ochos lugares especialmente destacables en el mundo, aunque no sean los últimos y vengan registrados por un conjunto de expertos en la materia. Hoy hablaremos del Templo del Saber.

Este edificio, de unas características encomiables, se encuentra en un enclave, en principio, poco afortunado: las Estepas de Enoquel son una enorme masa de nieve de varios pies de profundidad, en la que apenas existe vegetación y por la que pastan peligrosas bestias acostumbradas a tan bajas temperaturas. Aunque las corrientes y tempestades nevadas son comunes, lo cierto es que en su epicentro más puro, donde el edificio se asienta, no hay rasgos de que esta pueda con el anciano edificio, que si yace lleno de nieve y semienterrado en la misma cuando llega el invierno. 

Este edificio está formado por cuatro grandes torres y una amplia nave central, como se distingue en la imagen. Las paredes, ricamente ataviadas de ornamentos de diferentes colores y formas, tiene una estructura puntiaguda. De cada una de las puntas de los cinco tejados emana una suerte de velo que parece recorrer todo el espacio alrededor del mismo, de forma que una extraña neblina azul se intuye cuando uno se acerca. El lugar no está vallado, y no se vislumbra nunca a nadie por los alrededores. Los viajeros quedan sorprendidos al intentar dilucidar como tamaña construcción se ha situado en una situación tan difícil y alejada de cualquier civilización desarrollada.


Interpretación del Templo del Saber de Aúsleo el Virtuoso. Museo de Lundstrom.

Todos los habitantes de Anthara han escuchado historias sobre lo que guarda este lugar: la Historia del mundo, desde sus inicios hasta nuestros días. El Templo del Saber es una gargantuesca biblioteca que crece a cada día de forma continuada. Amparado por los estetas, Astinus el Cronista escribe sin cesar los hechos más relevantes de cada jornada. Nadie sabe cómo ni por qué lo hace. A partir de aquí, solo hay leyendas y relatos que son comidillas de las posadas y de aquellos que buscan dárselas de entendidos. Para muchos, Astinus es una deidad, expulsada del mundo de los dioses y condenada a escribir una historia de la que él mismo no podría ser protagonista, como castigo por algo que cometió en el pasado. Para otros es el avatar de San Cuthbert, deidad de la Justicia, quién de una forma neutral ejerce como relator de todo lo que ampara al mundo. Muchos son los que, de forma más terrenal, aluden a que Astinus es un poderoso archimago que, mediante vínculos mágicos, está conectado a multitud de lugares desde donde es informado de todo lo que acontece, y escribe para beneplácito de los dioses.

Como es obvio, todas las historias versan sobre las deidades. Nadie parece vincular una función tan concreta e inútil a simple vista a otra cosa que no sea un dios. Es preciso indicar que al Templo del Saber solo pueden entrar aquellas personas que Astinus permite, lo cual es algo que sucede de forma inexplicable y escasa como pocas. 

En su interior hay filas y filas de estantes llenos de libros encuadernados en piel marrón, grueso y bien hilvanado en su lomo. Todos ellos tienen en su lomo inscrito en tinta de plata una sola fecha y una referencia topográfica. Cada una de las cuatro torres conlleva una serie de épocas diferentes, aunque solo uno de estos torreones esté completamente inundado de obras. El edificio central son las dependencias de los estetas y el escritorio del propio Astinus, amén de una sala inundada de mapas y extrañas tablillas de madera con inscripciones desconocidas. El resto son dependencias secretas, ocultas al ojo de la mayor parte de individuos.


Una representación de Astinus, en la Academia de Arte de Édaser. En blanco y negro.

Los estetas son individuos de todas las razas, de ambos sexos. Son jóvenes escogidos por otros estetas que han pasado más tiempo en el lugar, los cuales viajan a buscarles por órdenes del propio Astinus. No se sabe que busca el Cronista en ellos, y lo único que tienen en común es que son huérfanos. Una vez allí, son formados por veteranos que les indican las labores necesarias de reparación, catalogación y ordenación de los libros, así como de prestar servicio entregando plumas, tinta y libros en blanco al propio Astinus. Estos libros se fabrican allí, en los sótanos del templo, por estos bibliotecarios. Suelen pasar allí un tiempo variable, en el que se les educa para que no revelen nada de lo allí acontecido. Ninguno muere allí de anciano, y la media suele rondar la veintena de años de servicio.

El Templo del Saber es, en definitiva, una biblioteca dedicada a una sola cuestión: la recopilación de la Historia de Anthara. Miles y miles de páginas con pasajes escritos de una forma neutral, impoluta, una narración de hechos sin que medie opinión en ellos. Astinus es una figura extraña, de incognoscible poder, que sigue una tarea importante para el mundo, pero que nadie parece haberle pedido. Su carácter, agrio y cortante, no es bien recibido incluso por sus propios servidores, los estetas, bibliotecarios encargados de mantener toda una estructura antigua, compleja y maravillosa para los ojos de cualquier asistente.